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viernes, 3 de febrero de 2012

FILOSOFÍA POLÍTICA: GENERALIDADES

FILOSOFÍA POLÍTICA

Llamamos Filosofía política a la reflexión, análisis e interpretación del conjunto de teorías sobre la conformación del Estado, su organización, la autoridad, las relaciones entre el Estado y el individuo, el ordenamiento del poder y la libertad, repartición de poderes, el pacto social,  necesidad de la intervención en la organización de la economía, la distribución de la riqueza. Es decir, su objeto de estudio son los fines de las acciones políticas  y los medios para conseguirlos.

De esta manera, la filosofía política reflexiona sobre temas y hechos aparentemente muy distintos pero íntimamente conexos: la axiología, la moral, el derecho, el gobierno, la religión, la economía.






                           
FILOSOFÍA POLÍTICA

 LA POLÍTICA EN GRECIA


La palabra política que se deriva del griego polis (ciudad), tuvo su desarrollo filosófico inicial con Platón y Aristóteles.


LA POLÍTICA PARA PLÁTÓN 


En su obra La República plantea un modelo de organización ciudadana, una polis en donde se haga realidad su ideal de comunidad y justicia: No hacemos un Estado tratando de que una clase de ciudadanos sea feliz, sino que lo sean todos. Consideraba muy importante educar a los ciudadanos y, sobre todo, a los políticos. Los filósofos deberían gobernar las ciudades, teniendo presente la más rigurosa justicia. En la organización del Estado, Platón mantiene la misma división que para el alma individual:
1. Los gobernantes (nivel superior), que corresponden al logos y a la racionalidad. Fundan su superioridad en el saber (Sofía). 2. Los guardianes (fylakes) tienen por misión defender al Estado de los posibles ataques exteriores. 3. El pueblo (nivel inferior) tiene la misión de mantener a las otras dos clases y es el fundamento económico de la polis.
Platón también señala varios tipos de gobierno:
Aristocracia: Es el régimen más perfecto, porque aristocracia significa “los mejores”, los más sabios, los más inteligentes, quienes deben constituir una clase que domine y dirija los destinos del Estado. La inteligencia establece el equilibrio entre las clases sociales. Timocracia. Primero de los tipos corruptos de gobierno. Domina la ambición de riquezas y honores. Predomina la clase militar y sus representantes oprimen a las clases inferiores.
Oligarquía: Es “el gobierno en el que mandan los ricos, sin que el pobre tenga acceso al poder” (República).
 Democracia: Nace al vencer a los pobres y extiende el poder a todos. La ciudad se llena de libertad. Pero como los oligarcas han negado la educación del pueblo, el goce de libertad y el imperio de los deseos corrompe y prepara un régimen violento: la tiranía.
Tiranía: El pueblo acaba por aceptar al tirano que parece establecer un orden, aunque sea falso.

LA POLÍTICA PARA ARISTÓTELES:


Para Aristóteles el hombre es un animal político que se distingue de los demás animales por su pertenencia a una polis. La política es la ciencia fundamental porque el hombre es un ser que necesita convivir. El gobierno debe realizarse mediante regulaciones generales y no por decretos arbitrarios. Ni siquiera el gobernante más sabio puede prescindir de la ley, ya que ésta tiene una calidad impersonal que ningún hombre puede alcanzar. Para él, la ley es la razón desprovista de pasión y actúa a favor del interés público. Por ello, los súbditos obedecen voluntariamente. El mejor gobierno para la mayoría de los estados es, en la práctica, el que tiene un fundamento social en una gran clase media. La clase media gobierna los intereses de todos.

EDAD MEDIA: SAN AGUSTÍN
Fue quien preparó el sometimiento del Estado a la Iglesia. Según este filósofo, el hombre es ciudadano de dos ciudades, una terrena, con poderes políticos, con moral y con historia, y otra celestial, “Civitas Dei”, comunidad de los cristianos que participan en el ideal divino. Las dos ciudades se encuentran mezcladas y se separarán en el Juicio Final. Al final dominará la Ciudad de Dios, donde será posible la paz.
El Estado se ocupa del mundo material y de la vida exterior en un espacio determinado, mediante una autoridad física; la Iglesia se encarga de los intereses espirituales y de la vida interior, mediante el ejercicio de una autoridad moral. El Estado justo sirve a una comunidad unida por la fe cristiana, en la que los intereses espirituales se encuentran por encima de todos los demás, y debe contribuir a la salvación humana. El cristianismo reina en el espíritu de los jefes e inspira las costumbres y las leyes.


A partir de su pensamiento político se desarrolló la teoría de los dos poderes o de «las dos espadas”, en la cual el poder espiritual (el papado) es superior al temporal (el poder civil). Entre ambos debía prevalecer una ayuda mutua.
Frecuentemente, durante la Edad Media, los príncipes tuvieron que defenderse de las pretensiones terrenales de los papas. En estos debates intervinieron varios autores defendiendo unos la legitimidad de la soberanía papal, y otros la causa de los príncipes. Entre estos últimos cabe mencionar a Dante Alighieri, Marsilio de Padua y Guillermo de Ockham.

En el Renacimiento, siglos XV y XVI, los nuevos estados nacionales se caracterizaron por la concentración del poder en soberanos que adelantaban políticas expansionistas. En este contexto debemos destacar a los siguientes autores:

                    LA POLÍTICA EN EL RENACIMIENTO

MAQUIAVELO, HOBBES, B0DIN Y LOCKE


Nicolás Maquiavelo (1469—1527). Separó la política de la moral y la presentó como una ciencia autónoma con una ética propia. Para Maquiavelo el fin de la política es el poder y para conseguirlo se deben aplicar los medios apropiados, que no siempre coinciden con la moral cristiana. 
El príncipe debe regirse por el principio de la supervivencia —adquisición y conservación del poder— y atender exclusivamente a la conservación del Estado, porque éste es la única garantía de paz y orden entre los individuos. El estadista debe tener un ánimo dispuesto a moverse según le exigen los vientos y las variaciones de la fortuna y no alejarse del bien, si puede, pero saber entrar en el mal si se ve obligado (El príncipe). Le aconseja cuidar su reputación para mantener la adhesión del pueblo, por lo cual su mayor cualidad debe ser la hipocresía. Ninguna consideración moral debe preocuparlo. La defensa militar debe depender exclusivamente del Estado para garantizar la convivencia pacífica. Maquiavelo es considerado además como uno de los principales teóricos de los regímenes absolutistas: aquellos en los que el gobernante asume todo el poder político y controla la dirección del Estado.
“No es, por tanto, necesario a un príncipe poseer todas las cualidades mencionadas, pero es muy necesario que parezca tenerlas. E incluso me atreveré a decir que si las tiene y se las observa siempre son perjudiciales, pero si aparenta tenerlas son útiles. Por ejemplo: parecer clemente, leal, humano, íntegro, devoto y serlo, pero tener al ánimo predispuesto de tal manera que si es necesario no serlo, puedas adoptar la cualidad contraria. Y se ha de tener en cuenta que un príncipe…no puede observar todas aquellas cosas…, pues a menudo se ve obligado, para conservar su estado, a actuar en contra de la fe, contra la caridad, contra la humanidad, contra la religión…”  Nicolás Maquiavelo, “El príncipe”


Thomas Hobbes: Afirma que el egoísmo, connatural al hombre, lo lleva a estar en guerra permanente con sus semejantes. Ante las dificultades para la conservación de la propia vida, la ley natural, es decir, la razón, busca la paz y garantiza la seguridad, mediante el pacto de cada individuo con los demás y estableciendo una autoridad común. El Estado representa la suma de intereses particulares, y el individuo pone en manos del Estado sus derechos a cambio de protección. El individuo renuncia a todo, salvo al derecho a la vida, a favor de un tercero: una persona o asamblea que constituye el único poder soberano en el nuevo cuerpo social.
El pacto es definitivo e irrevocable e implica cesión del poder al soberano, el cual ostenta el poder absoluto. El soberano tiene como límite su razón, la cual debe buscar el interés del pueblo. Dice Hobbes que el soberano es un Dios mortal, al cual debemos, bajo el Dios inmortal, nuestra paz y nuestra defensa. La religión civil y el culto exterior a la divinidad es potestad del Estado, el cual no puede tolerar una autoridad espiritual distinta y que no se relacione con lo temporal.
Jean Bodin (1529—1596). Para este autor la soberanía del Estado se traduce en poder absoluto y perpetuo en cabeza del gobernante, quien debe asegurar la supervivencia del Estado. Es preferible la más fuerte tiranía a la anarquía. Propuso como forma de gobierno una monarquía legítima en la que los súbditos obedezcan las leyes del monarca y el monarca las leyes naturales.
John Locke (1632—1704). Durante el Renacimiento también se perfilaron las primeras ideas liberales individualistas, como una reacción ante el absolutismo de las monarquías nacionales. Uno de los primeros filósofos del liberalismo fue Locke, quien partió del principio de que el hombre es un animal sociable y que la razón enseña a los hombres que todos son iguales y libres por naturaleza. Por ello, nadie puede dañar a otro su vida, su libertad o su propiedad.  Locke plantea que para salvaguardar estos derechos naturales, se debe establecer una comunidad política y la autoridad del Estado, por contrato social entre todos. Propuso, además, una monarquía parlamentaria y el establecimiento de dos poderes en el Estado: el legislativo y el ejecutivo, bajo la supremacía del primero, en cuyo ejercicio participan en condiciones de libertad e igualdad, directamente o por delegación, todos los miembros del cuerpo social (en la práctica este derecho sólo lo tenían los varones propietarios) La ley emana de la voluntad de los ciudadanos y corresponde al poder ejecutivo su aplicación. El pueblo posee el derecho de resistir- se y deponer el poder legislativo y ejecutivo cuando éstos vulneran los derechos individuales irrenunciables. La religión queda fuera de los fines del Estado. La teoría política de Locke influyó enormemente, en las aspiraciones de la clase burguesa, la libertad e igualdad políticas y la participación en el gobierno del Estado.


EL LIBERALISMO
Durante el siglo XVIII se consolidó la idea de que todos los hombres eran iguales y tenían derecho a elegir a sus gobernantes y a opinar sobre los mismos. El liberalismo, que se consolidó como la ideología predominante del siglo XIX, se inició a partir del racionalismo, que ponía en primer lugar la razón y se oponía a las actitudes de fe ciega. Los principales filósofos del liberalismo son:


Charles Luís Secondat, barón de Montesquieu (1689 -1755). Es considerado el padre político del liberalismo. En su obra el Espíritu de las leyes propone establecer varios poderes soberanos e independientes entre sí: el legislativo, el ejecutivo y el judicial. Sólo el poder es capaz de poner freno al poder. Es un sistema de frenos y contrapesos jurídicos entre las diversas partes de una constitución.

                                
Jean Jacques Rousseau (1712—1778). En sus obras, El contrato social Sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres, plasmó sus principales ideas políticas, entre las que se destacan ideas como que el Estado surge del “contrato social”. Este consiste en que entre todos se dan una ley a la que se someten sin entregar su libertado su igualdad, sino a sí mismos. El cuerpo político obligará al ciudadano a cumplir la ley. Los gobernantes deben ser simples mandatarios del pueblo y la ley expresión de esa voluntad general. Para que la democracia sea realizable, “el voto del mayor número obliga siempre a todos los demás”. Además, el derecho natural del hombre a la libertad y a la igualdad está por encima del derecho a la propiedad. La desigualdad económica excesiva pone en peligro el sentido comunitario del Estado.
Immanuel Kant (1724—1804). Asumió las consignas de igualdad y libertad de los hombres de la Revolución Francesa. Cada miembro de la sociedad puede vivir dignamente, a su manera. En lugar de la fraternidad, propuso la independencia civil, que se deriva del respeto recíproco entre los hombres. Estos tres principios, además de ser derechos naturales, son deberes naturales. El Estado debe motivar a los individuos a perfeccionarse y vivir libremente. Por ello, uno de los derechos fundamentales es la educación, pues les permite encontrar su felicidad. Todo poder político que vaya más allá somete a los hombres a un paternalismo incompatible con la libertad y la dignidad humanas.  

Jeremy Bentham (1748—1832). Plantea que la obediencia de los súbditos hacia su soberano se debe al interés de que éste favorezca su felicidad. Propuso la teoría de la democracia representativa pura con los siguientes elementos: soberanía del pueblo, sufragio universal, subordinación de los gobernantes a los gobernados y sistema centralizado. La soberanía política debía descansar en el pueblo, coincidiendo así el interés del gobierno con el interés general, suma de los intereses particulares.  

John Stuart Mill (1806—1873). Sostuvo que el individuo no tiene otra guía de su conducta que su propia felicidad, la cual crecerá con la felicidad ajena, ya que existe una armonía natural de los intereses humanos. Los derechos y las libertades básicos son medios para elevar al máximo la felicidad colectiva, que es el fin último del Estado y la vida social.
SIGLO XIX
WILHEM FRIEDRICH HEGEL: Este pensador opinaba que el Estado debía ordenar a la sociedad civil y procurar la seguridad, la estabilidad y la justicia social. Debía propiciar un verdadero sentido de justicia, permitiendo la participación de los hombres en el patrimonio social acumulado. Según Hegel, como cada individuo busca su propio interés, es necesario que éste sea miembro del Estado, al cual se debe subordinar como a Dios. El Estado es la idea de Dios que se realiza. Esta concepción mística del Estado implica una subordinación total del hombre y de la sociedad a la idea estatal y fue retomada por varios pensadores y políticos de regímenes totalitarios.
SOCIALISMO: Este término apareció en Francia e Inglaterra entre 1830 y 1840 y tomó diversos sentidos tales como oposición al individualismo o sistema de asociación de cooperativas. Sus pensadores se ocuparon de las consecuencias sociales de la Revolución industrial, especialmente del problema de la producción y de la injusta distribución de la riqueza. En Inglaterra su principal representante fue Robert Owen (177 1—1858). En Francia se destacaron Claude Henri Rouvroi conde de Saint—Simón (1760—1825), quien sostuvo que la política tiene por objeto el orden de cosas más favorables a todos los tipos de producción y por lo tanto el gobierno tiene como principal misión organizar la economía para lograr la reforma social, Charles Fourier (1772—1837) y Pierre—Joseph Proudhon (1809—1865). Estos tres se centraron en la reforma de la economía y prescindieron de la democracia política para llevarla a cabo. En cambio, otros socialistas como Etienne Cabbet y Louis Blanc no separaron la reforma social de la democracia política.
MARXISMO: Esta doctrina, que se origina con Karl Marx (1818—1883) y Friedrich Engels (1820—1895), parte de una crítica de la sociedad capitalista y de la interpretación materialista de la historia, según la cual todos los hechos históricos están determinados por lo económico. Marx denunció el trabajo que el hombre realizaba en las nacientes fábricas porque atentaba contra su dignidad. Los medios de producción ya no pertenecían a los trabajadores y sólo unos pocos eran sus propietarios. Esto producía una lucha entre las clases sociales —capitalistas y proletarios—. Los trabajadores deberían organizarse en una clase y luego en un partido. Cuando triunfara la revolución socialista, se instauraría la dictadura del proletariado que debería eliminar el Estado vigente. Tras esa victoria, se daría paso a la sociedad comunista, sin clases. A partir de las tesis marxistas surgieron los socialismos reformistas, que no aceptaron la necesidad de la revolución y propusieron llegar al socialismo a través de un proceso gradual. Algunas de sus propuestas fueron subordinar el mercado a las necesidades sociales, controlar e intervenir en la economía, restringir la propiedad privada y distribuir el poder político fortaleciendo el Estado democrático.

SIGLO XX
DEMOCRACIA PARTICIPATIVA 
A partir del siglo XX surgieron propuestas para superar la democracia formal representativa y volverla participativa. El poder del pueblo no se debe reducir a decidir quién ha de resolver los problemas, sino que debe ser capaz de solucionarlos por sí mismo. Los ciudadanos intervienen en el manejo político y económico, el trabajo, la empresa, la cultura. La participación entabla un puente entre los que dirigen y los dirigidos.
DE NUEVO EL LIBERALISMO
El liberalismo proteccionista. A raíz de la crisis de los años 30 en Estados Unidos, y de la Segunda Guerra Mundial, el liberalismo comenzó a replantearse. Así surgió el liberalismo proteccionista, que revisó y actualizó la ideología liberal. Atenuó el individualismo con correctivos sociales y jurídicos, propuso un régimen laboral más equilibrado, protegido por el Estado, y la creación de instrumentos de seguridad social. Permitió la intervención del Estado en la economía para reactivar miembros paralizados y neutralizar los desequilibrios más agudos. En el terreno político trató de superar el concepto de democracia formal liberal con el de democracia social.
•El neoliberalismo. Este nuevo planteamiento se impuso a partir de la década del setenta, en el cual se propuso la no intervención del Estado en la economía del país, argumentando que su actividad entorpece a los agentes económicos privados, distorsiona el libre funcionamiento del mercado y repercute en una mala distribución de los recursos. Esta propuesta ha sido adoptada por varios gobiernos y se refleja en las políticas de apertura económica, integración de mercados mundiales y fomento de la competencia. Se mantienen los principios políticos correspondientes al liberalismo proteccionista—intervencionista.

 DE NUEVO EL SOCIALISMO


Durante el siglo XX surgió un grupo de intelectuales neomarxistas, como Gyorgy Lukacs y Antonio Gramsci, que volvieron a las fuentes del marxismo desechando el planteamiento de la dictadura del proletariado. Querían experimentar nuevos modelos de socialismo adaptados a sociedades altamente desarrolladas: modelos pluralistas con libertades democráticas, autoadministración de los productos, etc. otros grupos aceptaron algunos planteamientos marxistas pero no fueron totalmente ortodoxos, como la Escuela de Frankfurt — Adorno, Habermass—; el existencialismo marxista francés —Merleau Ponty—; el freudomarxismo de Reich, —Fromm y Marcuse—; y el estructuralismo marxista —Sebág y Goldman—. 
En la actualidad, la mayoría de los socialismos rechazan la lucha de clases y los métodos violentos para llegar al poder. Muchas de sus organizaciones son partidarias de la intervención estatal en los aspectos sociales, como la educación, la salud y la seguridad social.También han surgido diversos movimientos socialistas de inspiración cristiana o católica. Pretenden una sociedad más justa e igualitaria, a través del ideal democrático parlamentario y pluripartidista.

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