El pensamiento político de Simón Bolívar es claro; sin embargo, en repetidas oportunidades se ha tergiversado en favor de proyectos políticos que pretenden acomodar hechos históricos a sus propias circunstancias e. intereses, Es necesario clarificar nuestra primera aseveración a partir de sus ideas políticas.
Todo el ideario político del Libertador se
encuentra resumido de alguna manera en la “Carta de Jamaica”, fechada en
Kingston el 6 de septiembre de 1815. En ella, El prócer hace un análisis
exhaustivo del estado de las naciones del Nuevo Mundo para la época, las
dificultades de los procesos independentistas y los posibles futuros gobiernos
que habría en las diferentes regiones de América. Su objetividad y
clarividencia es sorprendente:
“Yo
deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande nación del mundo,
menos por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria. Aunque aspiro a
la perfección del gobierno de mi patria, no puedo persuadirme que el Nuevo
Mundo sea por el momento regido por una gran república; como es imposible, no
me atrevo a desearlo; y menos deseo aún una monarquía universal de América,
porque este proyecto sin ser útil, es también imposible. Los abusos que
actualmente existen no se reformarían, y nuestra regeneración sería
infructuosa. Los Estados americanos han menester de los cuidados de gobiernos
paternales que curen las llagas y las heridas del despotismo y la guerra.”
(“Carta de Jamaica”, Simón
Bolívar)
Aún Simón Bolívar, producto de la formación
y educación recibida en Europa con base en las ideas de la Ilustración, y con
influencia marcada por los grandes pensadores de la época Montesquieu y
Rousseau, dudaba del tipo de gobierno que se necesitaría implementar en las
naciones americanas, A pesar de sus vacilaciones al respecto, está convencido
que únicamente a través de la instauración de un sistema social liberal y civil
se podría alcanzar su ideal de libertad:
“…los
meridionales de este continente han manifestado el conato de conseguir
instituciones liberales, y aun perfectas; sin duda, por efecto del instinto que
tienen todos los hombres de aspirar a su mejor felicidad posible; la que se
alcanza infaliblemente en las sociedades civiles, cuando ellas están fundadas
sobre las bases de la justicia, de la libertad y de la igualdad” (Op. Cit.)
Se nota sin duda alguna, el
efecto de las revoluciones de las siete colonias norteamericanas, la revolución
francesa y el influjo que ejerció “El
contrato social” de Jean Jacques Rousseau sobre el espíritu libertario del
hombre más grande de América. Ese ideal solamente se lograría con la
unión de los pueblos como lo afirma:
“…Yo
diré a usted lo que puede ponernos en aptitud de expulsar a los españoles, y de
fundar un gobierno libre. Es la unión, ciertamente; mas esta unión no nos
vendrá por prodigios divinos, sino por efectos sensibles y esfuerzos bien
dirigidos. América está encontrada entre sí, porque se halla abandonada de
todas las naciones, aislada en medio del universo, sin relaciones diplomáticas
ni auxilios militares y combatida por España que posee más elementos para la
guerra…” (Ídem.)
Ese ideal de la unidad de las naciones
americanas fue su guía y su faro. Así, podemos comprender cómo después de la
independencia, trató por todos los medios de conseguirla y mantenerla; tenía
muy claro que un mismo origen, una lengua, unas costumbres, una religión,
serían los vínculos necesarios para unirlas. No era ajeno a que muchas naciones
se apartaran de las ideas liberales y fundaran otros tipos de gobierno que
estarían en contraposición con las nuevas ideas. Igualmente, aseveró que los
gobiernos deberían establecerse con base en la centralización y no en la
federación y pone como ejemplo la ineficacia de la forma federal en los
nacientes Estados, tal como ocurría en ese momento en Venezuela y la Nueva
Granada.
“…Los
acontecimientos de la tierra firme nos han probado que las instituciones
perfectamente representativas no son adecuadas a nuestro carácter, costumbres y
luces actuales. En Caracas el espíritu de partido tomó su origen en las
sociedades, asambleas y elecciones populares; y estos partidos nos tornaron a
la esclavitud. Y así como Venezuela ha sido la república americana que más se
ha adelantado en sus instituciones políticas, también ha sido el más claro
ejemplo de la ineficacia de la forma demócrata y federal para nuestros
nacientes Estados. En Nueva Granada las excesivas facultades de los gobiernos
provinciales y la falta de centralización en el general han conducido aquel
precioso país al estado a que se ve reducido en el día.”
De manera profética, dice sobre el destino
de los pueblos americanos:
“De
todo lo expuesto, podemos deducir estas consecuencias: las provincias
americanas se hallan lidiando por emanciparse, al fin obtendrán el suceso;
algunas se constituirán de un modo regular en repúblicas federales y centrales;
se fundarán monarquías casi inevitablemente en las grandes secciones, y algunas
serán tan infelices que devorarán sus elementos, ya en la actual, ya en las
futuras revoluciones, que una gran monarquía no será fácil consolidar; una gran
república imposible.”
Consolidada la emancipación, y, fundada la
Gran Colombia en el Congreso de Angostura, actual ciudad Bolívar, el 17 de
diciembre de 1819, no dura mucho tiempo el sueño de Bolívar: la ambición y
deseos de poder, generaron una serie de conflictos, desavenencias entre los
héroes más renombrados, rebeliones internas, asesinatos como el de Antonio José
de Sucre y conjuras en contra del mismo Libertador, después de que este en su
afán por preservar la unidad, instaurara una dictadura, y posteriormente, la
enfermedad y la muerte del caudillo, terminaron por disolver la “… idea grandiosa pretender formar de todo
el mundo nuevo una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre
sí y con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una
religión debería, por consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los
diferentes Estados que hayan de formarse”
Aquí, en este mismo lugar, en su lecho de
muerte proclamó: “¡Mis últimos
votos son por la felicidad de la Patria! ¡Si mi muerte contribuye a que cesen los
partidos y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro!” (“Última proclama”, Simón Bolívar, 10 de
diciembre de 1830)
En la misma proclama instó a “…la consolidación de Colombia; todos deben trabajar por el
bien inestimable de la unión: los pueblos, obedeciendo al actual Gobierno
para libertarse de la anarquía; los ministros del santuario dirigiendo sus
oraciones al cielo; y los militares empleando sus espadas en defensa de
las garantías sociales…” Ídem.
No podemos dudar entonces del
desprendimiento del Libertador ni de sus intenciones, ni pretendemos tampoco
esconder posibles errores en cuanto a su visión política. Quedan cuestiones que
pueden resultar incómodas para muchos, pero no por ello menos ciertas
¿En qué quedaron entonces las ideas
políticas de Simón Bolívar? ¿Es el ideario bolivariano una utopía?
Se puede decir que la formación de las
nuevas naciones conllevó a la creación de repúblicas liberales, pero somos
enfáticos en afirmar que su ideario político ha sido manipulado desde la
creación de las mismas y el acomodo sistemático de las circunstancias, que se
repiten desde sus mismos orígenes. En efecto, la historia de Latinoamérica es
la historia de naciones oprimidas por las élites que se apoderaron del poder y
pretenden perpetuarse en él; es la historia de conflictos que no cesan, de
dictaduras interminables, de guerras partidistas, de tergiversación de las
ideas bolivarianas.
La mejor manera de visualizar nuestras
afirmaciones es mostrar ejemplos concretos y situaciones tomadas del contexto sociopolítico
de los siglos XIX, XX y actual.
Los ejemplos históricos son interminables:
las guerras partidistas (centralistas y federalistas en Colombia durante todo
el Siglo XIX, luego partidistas entre conservadores y liberales, las guerras
entre Provincias), la Violencia como resultado; la Revolución mexicana, las
dictaduras en todo el continente durante el transcurso del siglo XX, la
aparición de las guerrillas como respuesta a las inconformidades de estos
pueblos, son algunos pocos ejemplos del paradigma político propuesto,
magnificado por el poder norteamericano y su política intervencionista a partir
de la promulgación e implementación de la doctrina Monroe para lograr una
hegemonía geopolítica continental
Todas las naciones latinoamericanas han
pasado por los mismos procesos de inestabilidad política y social. El modelo
político implementado en estas naciones ha estado marcado por un acentuado
desequilibrio político, social y sobre todo, económico, que ha impedido una
distribución equitativa de la riqueza y el subsiguiente progreso de las
naciones. Por el contrario, lo objetivo es la corrupción, la miseria, modelos
educativos ineficientes que no responden a las necesidades populares, la falta
de oportunidades laborales, la manipulación mediática, el caudillismo, etc. Lo
breve de este espacio, impide el análisis a fondo de cada una de estas situaciones,
pero no impide nuestra invitación para que todos nosotros podamos ahondar en el estudio
del ideario político del Libertador.
La herencia política bolivariana ha sido
manipulada por igual por la derecha y por la izquierda para desviar de manera
evidente
Incluso
se pretende cambiar la historia en algunos casos concretos. El filme venezolano
“El Libertador” nos muestra el supuesto asesinato de Bolívar cuando desembarcó
en Santa Marta y no en la Quinta de San Pedro Alejandrino como consecuencia de su enfermedad. Esa
película responde a una clara manipulación mediática característica del
fracasado “socialismo del Siglo XXI” imperante en nuestra nación hermana.
Queremos terminar esta ponencia con una
exhortación a que seamos nosotros , quienes hagamos que el “sueño
americano” o “el sueño europeo”, se vuelvan realidades en cada una de nuestras
naciones y sea posible al fin, que se cumpla la utopía bolivariana:
“…Luego que seamos fuertes…se nos verá de acuerdo cultivar las virtudes y los
talentos que conducen a la gloria; entonces seguiremos la marcha majestuosa
hacia las grandes prosperidades a que está destinada la América meridional…”